Con carta o sin carta, Internet sigue siendo una selva sin normas
- Júlia Cussó
- 1 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 dic 2020
Hoy por hoy nos encontramos en la sociedad de la información gracias al desarrollo de Internet y todo lo que las nuevas tecnologías han traído con ellas. No obstante, el desarrollo del ciberespacio y esta nueva sociedad lo han cambiado todo. La forma en la que nos comunicamos y nos relacionamos. Internet y las TIC han traído consigo una revolución llamada progreso, ¿pero realmente es un progreso en todos los ámbitos por igual? ¿Y para todos igual?
Vivimos en una sociedad cada vez más digitalizada y es esencial cuestionarse el derecho a la privacidad, a la protección, la educación y a la reducción de las brechas digitales y territoriales. Así que esta revolución llamada progreso nos ‘obliga’, en cierta manera, a tener que velar por que la digitalización no sea un problema para ninguno de los grupos sociales que forman nuestra sociedad.
Pues bien, en pleno 2020, se abre a consulta publica la carta de derechos digitales. Esta contiene un apartado donde se habla sobre los derechos de igualdad. Más concretamente, tenemos el derecho número ocho donde se habla del derecho a la igualdad y a la no discriminación en el entorno digital. Y este está formado por dos puntos. En el primero se habla del derecho a la igualdad en los entornos digitales, la no discriminación y a la no exclusión. Y en el segundo
punto se habla de que los poderes públicos impulsaran políticas que garantizaran el acceso a los entornos digitales a todas las personas, combatiendo así la brecha digital y la territorial.

Siguiendo el punto número uno, en los entornos digitales tenemos que ejercer el derecho a la igualdad, pero para llegar a esto se tiene que educar a la persona mucho más allá del entorno digital. Se tiene que educar en calidad de igualdad desde las escuelas y los entornos familiares. Pero según un estudio realizado en 2011 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe sigue habiendo una tendencia por parte del profesorado y de las familias en creer que las mujeres y las niñas son menos capaces en materia de las ciencias y la tecnología. Provocando que en clase, los varones obtengan más atención por parte del profesorado.
Así que partiendo de esta base, podemos ver situaciones de comportamiento, no solo en redes que superan lo inaceptable.
Con las siguientes pruebas, podemos ver como a día de hoy, y aun y así teniendo la carta de los derechos digitales, como sigue habiendo acoso sexual y discriminación en el ciberespacio. Contamos con las diferentes situaciones que Raquel ha vivido por culpa del acoso sexual que hay en las redes sociales.


Es indudable que durante las últimas décadas la Unión Europea ha avanzado hacia una situación más igualitaria con el objetivo de erradicar la discriminación de género. Pero podemos ver en un estudio realizado por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Normal del Este de China (Shanghái) en 2016, que los centros educativos siguen siendo espacios penetrables a los fuertes estereotipos sociales, donde los valores conservadores siguen afectando a las elecciones educativas y profesionales tanto de hombres como de mujeres.
Pero las mujeres no son el único grupo social que sufre una desigualdad en todos los ámbitos. El grupo LGTBI, hoy en día, sus derechos humanos siguen estando infravalorados. Por eso tenemos, entre muchas, dos iniciativas que luchan por esta injusticia. Contamos con iniciativas como por ejemplo Dignity Network/Réseau Dignité por parte de Canadá o iniciativas del Reino Unido, Human Dignity Trust. Estos proyectos tienen el objetivo de dar soporte y visibilidad a los derechos humanos de las personas con una orientación sexual diferente.
Podemos escuchar la discriminación que Andreu no solo ha sufrido en las redes sociales por tener una orientación sexual diferente a la establecida como lo ‘normal’.
Y de igual importancia, leyendo el segundo punto, podemos ver como no se cumple lo que predica.
En pleno 2020 la brecha digital a nivel territorial sigue siendo una realidad para muchas regiones de España. Las zonas más afectadas son Galicia, Castilla y León y Asturias. Pero teniendo en cuenta el número de población afectada sin internet ultrarápido, se da en Cataluña, por el volumen de población que tiene. Pero la razón principal por la que España tenga una de las brechas digitales más grandes de Europa no es la falta o el mal estado de las infraestructuras, sino la falta de interés, la ausencia de conocimientos informáticos y la imposibilidad de asumir los costes (tarifa de conexión y dispositivos de acceso).
Asimismo, podemos ver el caso de una chica que vive cerca de la ciudad de Barcelona que nos cuenta su experiencia con la falta de conexión a la red y la lentitud y el retraso de la instalación de la infraestructura.
Así que, finalmente, podemos ver que por mucho que haya una carta que hable sobre los derechos digitales, Internet y su trasfondo, sigue siendo una selva sin normas donde cualquiera puede ser víctima de la red.
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